TODOS LOS DÍAS DE LAS MADRES
Reflexionar sobre la mujer y la maternidad precisamente en la fecha en que se celebra en Honduras el “Día de las Madres” es muy necesario. Por una parte es un espacio para celebrar la vida, pero sobre todo porque me parece necesario recalcar que no es la maternidad la única condición que nos realiza como mujeres.
Nuestra poeta Waldina Mejía de forma muy hermosa nos dice “Mi madre hace todo lo que hace, no por ser madre sino por ser mujer, sencillamente un ser humano”.
Desdibujar el estereotipo de la madre como una réplica de la santidad, en eterno sacrificio que contribuye sólo a esculpir una heroína solitaria, me parece todavía más necesario, no sólo porque eso nos alivia y reconcilia con nosotras mismas, sino porque obliga a que aparezca la contraparte, el otro personaje en la historia de la reproducción que en la mayoría de los casos ha permanecido ausente: los padres.
No para menoscabar el idilio, el romance, sino para hablar las verdades, hay que recordar que la mayor parte de las mujeres somos madres sin haberlo elegido, mucho menos planificado. Es la ausencia de educación sexual y los torcidos caminos de la “prueba de amor” los que nos llevan al arrullo de un ser que la naturaleza nos permitió guardar.
Ojala que todas las que somos madres hayamos conocido el amor, hubiésemos concebido en medio del placer, que nos hubiesen querido tanto como luego nos toca querer al ser que viene, ¡ojala! Entonces nuestras hijas e hijos nacerían con la seguridad con que nacen las pocas y pocos concebidos en ese marco de recibir con responsabilidad la consecuencia de nuestras decisiones.
Quizás las semejanzas a “vírgenes” a “todopoderosas”, “aguantadoras”, “iluminadoras”, nos confundan, sólo porque en este mundo “con leyes hechas por hombres para mujeres”, como dice nuestra poeta Juana Pavón; es más fácil pensar así, de esa manera seguimos siendo las únicas responsables del mundo heredado, que estamos de acuerdo en mayoría, no es el que quisiéramos.
Por eso este día, que a mi parecer inventaron para regalar artículos domésticos, me gustaría más que me regalaran un padre que me hubiese cambiado los pañales, que me regalaran un compañero de hogar que supiese cocinar un buen arroz con pollo, que me regalaran una madre que no sueñe nietos, una hija que sueñe con parir ideas, reproducir voluntades para cambiar estos conceptos torcidos en los que se inventan días para recordarnos lo que vivimos a diario, que somos mujeres las que por no haber tenido la misma oportunidad que los hombres, aceptamos, concedemos, negociamos en desigualdad, y aun así seguimos siendo MADRES que hacemos todo lo que hacemos, porque somos MUJERES, ¡SENCILLAMENTE SERES HUMANOS!
Karla Lara/ Mayo 2009
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